domingo, 22 de abril de 2018

Un Mensaje para Todos: ¡Velad!

Lectura: Marcos 13:33-37
Pastor Pedro Julio Fernández

Porque no sabéis cuándo es el tiempo señalado. Es como un hombre que se fue de viaje, y al salir de su casa dejó a sus siervos encargados, asignándole a cada uno su tarea, y ordenó al portero que estuviera alerta. Por tanto, velad, porque no sabéis cuándo viene el señor de la casa, si al atardecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga de repente y os halle dormidos. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!

Este es un mensaje de advertencia para el bienestar de nuestras vidas. Las advertencias de Dios no son malas, sino buenas (Hebreos 10:26-31). Las advertencias de las autoridades que nos gobiernan no son malas, son buenas. Cuando hay peligro en el camino o en otro lugar es bueno saberlo para esquivarlo.

En esta pequeña narración de Jesús él usa la figura del hombre hacendado que se va de viaje y asigna tareas a cada uno de sus trabajadores y le encomienda al portero que esté en alerta porque no sabe a qué hora del día o de la noche va a regresar. Finalmente les dijo a todos: ¡Velad!

Jesús es el Señor de la casa, nosotros somos sus siervos, antes de irse al cielo nos mandó a predicar el evangelio como nuestra tarea (2 Timoteo 4:2). Nos dio el Espíritu Santo para que tengamos poder de hacer lo que nos mandó (Hechos 1:8). También nos mandó a estar alerta y ver las señales que anticipan su regreso (1 Pedro 1:13)

En lo que el Señor regresa hagamos la tarea que nos encomendó y no durmamos como aquellos que no tienen esperanza.

domingo, 15 de abril de 2018

El Señor es tu Guardador

Lectura: Salmo 121:1-8
Pastora Belkis Fernández

La vida del ser humano es un peregrinar, es un viaje donde tenemos que enfrentar desafíos, pero en todo momento a sus hijos Dios les garantiza cuidado y protección.

¿Cuándo nos sentimos protegidos? Un infante en los brazos de sus padres, por ejemplo. ¿Hacia dónde colocamos nuestra mirada ante el peligro? La ponemos en quién o quiénes nos puedan proteger. El pueblo de Israel tenía esos montes, los más altos y hasta ahí colocaba su mirada y algunos en el templo.

¿A dónde alzamos nuestros ojos? Dios nos guarda en todo tiempo y en los diferentes ciclos de nuestras vidas, aun desde el vientre de nuestra madre, ya nos miró y ha hecho planes para nosotros. El salmista expresa que alzó sus ojos a los montes, pero los montes no le respondieron, sino que su ayuda vino del que hizo los montes y toda la creación, de Jehová de los ejércitos.

El Creador, nuestro Señor no se equivoca, no se duerme y tiene un equipo celestial que nos protege aquí y aun cuando tengamos que salir de este mundo. ¡El Señor es grande!

Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El conoce lo que nos hace falta, sabe librarnos de todo mal y a pesar de que somos tan limitados porque no vemos más allá, porque nos enfocamos en lo que deseamos ahora, en algo tangible, en lo que vemos y palpamos; pero aun así Dios tiene misericordia y nos dice que guardará cada movimiento cuando entramos y salimos, incluyendo la salida de este mundo y el traslado hacia la vida eterna, hacia la morada celestial.

Vivamos en esperanza, traigamos el consejo de Dios a nuestros corazones para saber responderle a Dios correctamente en el tiempo apropiado y no estemos desapercibidos como los que no tienen esperanza.

domingo, 8 de abril de 2018

El Maná, Pan Temporal. Jesús, Pan de Vida Eterna

Lectura: Juan 6:31-35
Pastor Pedro Julio Fernández

La comida que comió el pueblo hebreo era temporal, ellos debían recogerla cada día menos el sábado. Esa comida era buena, gustosa, nutritiva y era como la semilla del cilantro, blanco, y su sabor era como de hojuelas con miel (Éxodo 16:31).

El pueblo iba, lo recogía y lo molía entre dos piedras de molino, o lo machacaba en el mortero, y lo hervía en el caldero y hacía tortas con él; y tenía el sabor de tortas cocidas con aceite (Números 11:8).

Hubo maná por cuarenta años hasta que llegaron a la tierra prometida (Josué 5:12). Todo eso hace del mana una comida temporal que solo era la sombra de lo verdadero y perdurable.

Jesús se presentó en el evangelio de Juan con siete “Yo soy” y uno de ellos es ser el pan de vida eterna. Rápidamente su declaración se convirtió en tema de discusión con los judíos. Jesús hizo una correcta aplicación del alcance y bendición del pan que Dios envió a través de Moisés y de él mismo como pan que sacia para vida eterna.

La mejor bendición por el mayor alcance esta en recibir a Cristo como Señor y Salvador, este es el equivalente de comer pan eterno, pues El, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados para siempre, SE SENTO A LA DIESTRA DE DIOS (Hebreos 10:12).

Jesús es autor y garante de la salvación de todos los creyentes, él como pan es una comida que sacia para siempre el hambre y la sed de la salvación. Uno no vuelve a padecer de esa necesidad y tenemos la seguridad en su palabra. Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed (Juan 6:35).

domingo, 1 de abril de 2018

La Ascensión de Jesús y la Promesa del Espíritu Santo

Lectura: Hechos 1:4-11
Pastora Belkis Fernández

Jesús apareció varias veces a sus discípulos por cuarenta días después de la resurrección. Él estuvo predicando y enseñando acerca del reino de Dios y les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual les dijo, oísteis de mí.

Dios derramaría su Espíritu, pero ellos debían estar juntos y en Jerusalén. Escuchando el consejo del Señor, los apóstoles esperaron juntos el día de Pentecostés y todos fueron bautizados con el Espíritu Santo, que es la promesa cumplida.

En 1 Corintios 12:13 dice el apóstol Pablo:

Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.

En medio de la diversidad, Dios quiere unidad. No importa la nacionalidad o el estatus que tengas si eres un creyente, recibirás el don del Espíritu Santo al recibir a Jesús como Señor y Salvador. Allí estaban su madre, sus hermanos, apóstoles de primera línea, seguidores en general y todos fueron llenos del Espíritu Santo sin distinción de personas. (Hechos 2:4). Pero no olvides que tienes que permanecer lleno del Espíritu de Cristo, tal como dice Pablo en Efesios 5:18. A partir de ese momento el Señor empoderó a la iglesia a cumplir con la misión de ser testigos de Cristo.

Al estar juntos tuvieron la oportunidad de presenciar la ascensión de Jesús al cielo y verlo hasta que una nube lo ocultó. Juntos también pudieron recibir al Espíritu Santo que es la promesa del Padre. Todos los creyentes permanecían unidos, sujetos a los apóstoles en la doctrina, partimiento del pan y en las oraciones. Los cristianos solitarios no eran posibles.