Jesús sana a un paralítico
“Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al
ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te
son perdonados. Entonces algunos
de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema. Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos,
dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te
son perdonados, o decir: Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del
Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados: Levántate, toma tu
cama, y vete a tu casa.” Mateo 9: 2-6
La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús
“Mientras él les decía estas cosas, vino un hombre principal y se
postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre
ella, y vivirá. Y se levantó Jesús, y le siguió con sus discípulos. Y he aquí
una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por
detrás y tocó el borde de su manto; porque decía dentro de sí: Si tocare
solamente su manto, seré salva. Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten
ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora. Al
entrar Jesús en la casa del principal, viendo a los que tocaban flautas, y la
gente que hacía alboroto, les dijo: Apartaos, porque la niña no está muerta,
sino duerme. Y se burlaban de él. Pero cuando la gente había sido echada
fuera, entró, y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó. Y se difundió la
fama de esto por toda aquella tierra.” Mateo 9: 18-26