domingo, 31 de mayo de 2015

La Oración en comunidad - Mateo 18:19-20

Pastora Belkis Fernández

Muchos problemas son resueltos mediante la oración comunitaria, ya que Jesús está presente, cuando hay una sinfonía  en el espíritu.  Cadenas son rotas, hay liberación, hay sanidad y perdón. “…Jesús dijo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Mateo 18:19-20.

Hay una lucha espiritual constante y es un gran desafío que una familia, una Iglesia, una ciudad  o  cualquier grupo se pongan de acuerdo en oración.

La palabra acuerdo en griego significa sumphoneo, de Sum, que es junto, y phoneo que significa sonar. Sumphoneo es sonar simultáneamente, estar en acuerdo, estar en armonía. La palabra sinfonía viene de sumphoneo, que significa orar al unísono. (Comentario riqueza literaria, Strong#4856, Biblia Plenitud, p.1219).

En el ámbito matrimonial, el apóstol Pedro aconseja a los conyugues a ser cuidadoso con su pareja, para evitar que sus oraciones tengan estorbo. (1 Pedro 3:7).  Son muchos los casos, pero veamos estos dos. En Hechos 4:29-31, mientras Pedro y Juan fueron intimidados por enseñar las Escrituras, los creyentes oraron y el lugar tembló y fueron llenos del Espíritu Santo. Y en Hechos 12:5, Pedro estuvo preso y la iglesia oraba sin cesar y un ángel lo sacó de la cárcel.

Entonemos al ritmo del modelo de la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, para que la gloria de Dios descienda, para que el mundo pueda creer en Jesús, para que ocurran milagros y su gloria sea manifiesta.


domingo, 10 de mayo de 2015

El Clamor de una Madre - Mateo 15:21-28

Lectura: Mateo 15:21-28 y Marcos 7:24-30
Pastora Belkis Fernández

Los hijos e hijas pueden ser afectados por diferentes problemas, pero la oración intensa y el favor de Dios con sus progenitores,  marca la diferencia. La mujer Cananea clamaba diciendo, “hijo de David, ten misericordia de mi”. Clamó con humildad y perseverancia al ver el sufrimiento de su hija. Para esta mujer las migajas de pan que cae de la mesa, era suficiente, porque ella se consideraba como un perrito que come de la sobra de su amo.

Veamos:
• La mujer: Oyó, se acercó y se postró a sus pies.
• Jesús:  No le respondió. ¿Qué hacemos ante su silencio?
• Los discípulos: despídela, da voces tras nosotros ¿Quiénes son como los discípulos hoy?
• Jesús le dice: Vine a las ovejas perdidas de Israel. No puedo dar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.
• La mujer: Aun los perritos comen de la migaja que dejan caer de la mesa.
• Jesús: Grande es tú fe, hágase contigo como quieras; por tu palabra, el demonio  ha salido de tú hija.

Una fe intensa  nos abre el camino de la inclusión. “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” Gálatas 3:28. El que no recoge, desparrama.