David no ignora las amenazas sino más bien facilita un patrón de confianza en medio de las adversidades. ¿Qué pasa cuando hay peligro? ¿Cómo reaccionamos ante el problema y ante Dios?
David sabía de qué Dios era capaz ser por él, es por eso expresó, “Aunque un ejército acampe contra mí, no temeré mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiando”. Esa fue su declaración de fe. No esconde la magnitud del problema, lo compara como un ejército de guerra; pero confiaba en que Dios por lo menos lo iba a esconder. No tenía la imagen de un Dios tosco, áspero, intocable impenetrable; sino más bien de un Dios hermoso, agradable y digno de ser contemplado. David entra en un dialogo de confianza diciéndole, “yo te contemplo y tú me esconde Yo veo tu hermosura y tú me reserva sobre una roca.