domingo, 24 de septiembre de 2017

No te Rindas

Lectura: Daniel 10:1-3

Pastora Belkis Fernández

Daniel tomó la decisión de humillarse ayunando por 21 días y un así el enemigo se opuso a través de uno de sus príncipes y tuvo detenida la respuesta por 21 días. El ayuno de Daniel se ha constituido en una disciplina espiritual ya que parcialmente nos abstenemos de comer por 21 días, algunos se abstienen de comer carne, ingerir otros alimentos y solo comen legumbres tal como él lo hizo. 

Siendo Daniel un joven deportado a Babilonia tuvo que enfrentar muchos conflictos y fue librado de sentencia de muerte en dos ocasiones, pero a pesar de todas sus luchas, él no se contaminó. Daniel tuvo una visión, la cual no le fue revelada a los demás y era una revelación acerca de los últimos tiempos, una revelación tan poderosa que su oración ya había sido contestada, pero hubo una oposición y justo a los 21 días el Señor obtuvo la victoria.

El mundo está cargado de principados que atacan con espíritus de oposición, pleitos y espíritus que atormentan a individuos, familias, naciones y generaciones (Ef 6:12). Hoy más que nunca tenemos que acudir a los medios de gracia, depender de la oración constante personal, familiar y en comunidad. 

Otro caso de alguien que no se rindió fue Jacob, su tenacidad al decir si no me bendices no te vas, su constancia y lucha con ese personaje fue tan grande que Dios tuvo que descoyuntarle el muslo para que entendiera que tenía que ser transformado para obtener su bendición. Su carácter de engañador tuvo que rendirlo ante Dios. Por otra parte, Ana en medio del desprecio y su crisis familiar acudió al Señor en oración y sus lágrimas fueron convertidas en un cántico de Alabanza.

¡No te rindas!


domingo, 17 de septiembre de 2017

El Mundo y sus Deseos Pasan

Lectura: I Juan 2:15-17

Pastora Belkis Fernández

Vivimos tiempo de mucha confusión, el enemigo ha cegado el entendimiento de los incrédulos tal como dice Pablo en 2 Cor.4:4, pero lo triste es ver creyentes, dejándose dominar de las cosas de este mundo, siendo igualmente cegados.

El mundo de maldad es la esfera donde opera Satanás, es un orden sistémico invisible controlado por el enemigo de la justicia desde los lugares celestes (Ef. 6:12).

El apóstol Pablo escribe a los romanos y a los de corintios y condena la vida sensual y la lujuria de ellos, Esaú, por ejemplo en el AT vendió su primogenitura por un plato de lentejas, Nabal su egoísmo hizo que Dios lo matara. Caín por su envidia mató a su hermano, Diotrefes su afán por el primer lugar e irrespetuoso a la autoridad fue desechado, a Himeneo y Alejandro, el apóstol lo entregó a Satanás, entre otros casos que no se deben imitar. Imitemos hermanos como Gayo y como Demetrio recomendado por el apóstol en 3ra. Juan 9-12.

La cultura actual es una cultura permisiva, es una cultura de “Escoger”, como dicen en inglés, “Is my choice”; y en esa elección arrastran criaturas inocentes en prácticas que buscan ofender a Dios, otros visten su impiedad como de justicia social, distorsionando el orden de la creación de Dios. El mundo ofrece lo fácil, lo que apetece a la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. El creyente genuino no debe amar al mundo ni imitar las cosas malas 
que se hacen en el mundo.

¿Por qué buscar la felicidad y seguridad en el mundo, si el mundo y sus deseos pasan? 

domingo, 10 de septiembre de 2017

¿Para qué le Sirvo a Dios?

Lectura: Malaquías 3:13-17

Pastora Belkis Fernández

¿Será que no vale la pena temer a Dios? Según el profeta Malaquías el pueblo llegó hasta usar palabras violentas contra Dios, pues decían en vano le servimos, fingían con sus rostros, aumentaban sus días de ayuno, daban la apariencia, pero con una actitud equivocada de lo que es el verdadero quebrantamiento.

¿Qué pasa cuando nos justificamos a nosotros mismos? Creemos que estamos dando el cien por ciento y que da lo mismo temer a Dios, como no temerle, ser una persona pura como impura, buena como mala. Uno de los problemas es que nos enfocamos en la apariencia, lo que vemos y oímos y en apariencia a veces el impío luce mejor que el creyente.

Dios le dice al profeta que aquellos que temen su nombre estarán en el libro de la “Memoria”, un libro donde Dios tiene anotado nuestro servicio y el tipo de adoración que le damos, en sí la evaluación de quienes somos. Al servirle a Dios él bendice nuestros alimentos y retira de nosotros toda enfermedad (Ex 23:25).

El enemigo es un mentiroso y experto en hacer creer cosas producto de las apariencias. El profeta Malaquías destaca que el que teme a Dios de corazón, está anotado en el “libro de las Memorias”, y para Dios somos su “Especial Tesoro”; Dios nos enseña a manejar las prioridades y nos da discernimiento para diferenciar lo justo de lo malo, del que teme a Dios como el que no teme, del que sirve a Dios como aquel que no le sirve.

Dios promete que nacerá el sol de justicia. Malaquías 4:2, de manera que no está en nuestras manos el hacer justicia sino en las manos de nuestro Creador; servimos porque le amamos.

domingo, 3 de septiembre de 2017

¿Qué más me Falta?

Lectura: Mateo 19:16-22

Pastora Belkis Fernández

Inicia un año escolar de nuevo y hay estudiantes que se ven en la tentación de la avaricia, del dinero fácil y caen en esa trampa del enemigo de la justicia, otros se dejan influenciar por supuestos amigos que ya vienen con una formación dañada y otros que dicen que conocen a Jesús, en letras, pero todavía no quieren soltar su egocentrismo y siguen sus propios caminos. Los padres deben asumir la responsabilidad de la formación espiritual de sus hijos. Quiero ilustrar el caso de Jesús y al joven rico.  

¿Por qué me llamas bueno? responde Jesús al joven rico para recordarle que nadie está libre de pecado y solo Dios es bueno. Los halagos no iban a cambiar lo que Jesús veía en su corazón. Este joven conocía y fue instruido con buenos valores, pero incrédulo y egocéntrico en su relación con sus semejantes. 

Si crees que amas a Dios, respeta a tus padres, no robas, asiste regularmente a la iglesia; pero no hay un compromiso con tu prójimo, de nada sirve ese conocimiento; algo te falta para que pongas tu fe por obras. Este joven amaba la enorme posesión de bienes materiales que tenía y no cedió ante los deseos de su corazón; a pesar que fue instruido desde muy joven, con este encuentro tuvo la oportunidad de hacer ajustes a sus planes personales y cambiar sus prioridades, escuchando el plan de Jesús, no a la fuerza sino obedeciendo a su consejo.

¿Qué más me falta? Jesús quería que practicara la misericordia de ahí que le dijo, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, tendrás tesoro en los cielos y así podrás seguirme. El consejo de Jesús le produjo tristeza y prefirió no seguir a Jesús, porque era demasiado sus posesiones.

La ambición ciega el entendimiento y todo lo que ocupe el lugar que le corresponde a Dios, se convierte en un ídolo; en este caso las posesiones; ya ahí estaba fallando y no era cierto que guardaba todos sus mandamientos. Ama a tus semejantes, pregúntale a Jesús, ¿Qué me falta?  Él te dirás lo que tienes que hacer y dónde está fallando, obedécele.