domingo, 17 de septiembre de 2017

El Mundo y sus Deseos Pasan

Lectura: I Juan 2:15-17

Pastora Belkis Fernández

Vivimos tiempo de mucha confusión, el enemigo ha cegado el entendimiento de los incrédulos tal como dice Pablo en 2 Cor.4:4, pero lo triste es ver creyentes, dejándose dominar de las cosas de este mundo, siendo igualmente cegados.

El mundo de maldad es la esfera donde opera Satanás, es un orden sistémico invisible controlado por el enemigo de la justicia desde los lugares celestes (Ef. 6:12).

El apóstol Pablo escribe a los romanos y a los de corintios y condena la vida sensual y la lujuria de ellos, Esaú, por ejemplo en el AT vendió su primogenitura por un plato de lentejas, Nabal su egoísmo hizo que Dios lo matara. Caín por su envidia mató a su hermano, Diotrefes su afán por el primer lugar e irrespetuoso a la autoridad fue desechado, a Himeneo y Alejandro, el apóstol lo entregó a Satanás, entre otros casos que no se deben imitar. Imitemos hermanos como Gayo y como Demetrio recomendado por el apóstol en 3ra. Juan 9-12.

La cultura actual es una cultura permisiva, es una cultura de “Escoger”, como dicen en inglés, “Is my choice”; y en esa elección arrastran criaturas inocentes en prácticas que buscan ofender a Dios, otros visten su impiedad como de justicia social, distorsionando el orden de la creación de Dios. El mundo ofrece lo fácil, lo que apetece a la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. El creyente genuino no debe amar al mundo ni imitar las cosas malas 
que se hacen en el mundo.

¿Por qué buscar la felicidad y seguridad en el mundo, si el mundo y sus deseos pasan? 

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