domingo, 10 de mayo de 2015

El Clamor de una Madre - Mateo 15:21-28

Lectura: Mateo 15:21-28 y Marcos 7:24-30
Pastora Belkis Fernández

Los hijos e hijas pueden ser afectados por diferentes problemas, pero la oración intensa y el favor de Dios con sus progenitores,  marca la diferencia. La mujer Cananea clamaba diciendo, “hijo de David, ten misericordia de mi”. Clamó con humildad y perseverancia al ver el sufrimiento de su hija. Para esta mujer las migajas de pan que cae de la mesa, era suficiente, porque ella se consideraba como un perrito que come de la sobra de su amo.

Veamos:
• La mujer: Oyó, se acercó y se postró a sus pies.
• Jesús:  No le respondió. ¿Qué hacemos ante su silencio?
• Los discípulos: despídela, da voces tras nosotros ¿Quiénes son como los discípulos hoy?
• Jesús le dice: Vine a las ovejas perdidas de Israel. No puedo dar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.
• La mujer: Aun los perritos comen de la migaja que dejan caer de la mesa.
• Jesús: Grande es tú fe, hágase contigo como quieras; por tu palabra, el demonio  ha salido de tú hija.

Una fe intensa  nos abre el camino de la inclusión. “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” Gálatas 3:28. El que no recoge, desparrama. 

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