domingo, 16 de febrero de 2014

Verte a ti, es ver el rostro de Dios - Génesis 33:10-11

Pastora Belkis Fernández

“Verte a ti, es ver el rostro de Dios”,  dijo Jacob a Esaú; a pesar de su inseguridad y miedo. Las contiendas y pleitos traen separación, hasta que Dios llega y sana los corazones de ambos. 

Mañana celebramos el día de la familia aquí en Toronto y nos conviene meditar en la  relación de los dos  hijos de la familia nuclear de Isaac y Rebeca. Después de 20 años, llega el reencuentro y observamos parte del proceso y el comportamiento de Jacob:

  1. Organizó con sabiduría su familia. Apercibió que Esaú venia.
  2. Honró a Esaú, al saludarle y ambos lloraron y se besaron
  3. Jacob le dio toda la honra a Dios y le dijo: Dios ha sido bueno, me ha dado todo.
  4. Jacob le da un regalo a su hermano e insiste para que lo tome
  5. Jacob no tomó una decisión sin pensar en su familia
  6. Jacob consideró las necesidades de sus hijos  y decidió caminar al paso de las ovejas
  7. Jacob le dijo vete adelante mi hermano porque yo tengo un compromiso familiar
  8. No tomó los hombres que su hermano Esaú le iba a dejar
  9. Esaú regreso a Edom y Jacob regresó a Padan-aram
  10. Jacob decidió construir su casa y construir un altar a Dios en la región de Canaán
¿Qué podemos aprender de este pasaje de la Escritura?

Restauremos la imagen de Cristo con los que hemos tenido conflicto.  Jacob vio el favor y el perdón de Esaú, como si fuera el mismo Dios que lo perdonó.  Reconoció que Dios había sido bueno para con él. Ya no buscaba beneficios para él, sino más bien compartir sus bienes con su hermano, sin necesidad de competencia, de ahí que le dice, vete adelante. Esa prudencia y cuidado es la que hoy necesitamos al conducir lo que Dios ha puesto en nuestras manos.

Dios necesita hombres y mujeres de carácter. Jacob evaluó la situación tomando en cuenta su familia y aun decidió caminar al paso de las ovejas y no seguir a su hermano, pero si sanar su corazón. Prefirió dar antes que recibir. Si vas a reconstruir entra en ese proceso de dar, de considerar las necesidades de tu familia y aprender a poner límites. Hay relaciones que conviene mantenerlas un poco distanciadas, pero conservando la ternura y sin dañar las relaciones. 


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