domingo, 11 de octubre de 2015

¿Abana y Farfar no son mejores?

Lectura: II Reyes 5:12
Pastora Belkis Fernández

“Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y  se fue enojado.” (Reina Valera 1960).

Naaman pensó que los ríos Abana y Farfar en Damasco, eran mejores que el rio Jordán y las aguas de Israel. Hizo una comparación basada en el orgullo humano de tener ríos de abundantes aguas. Para Naamán y su orgullo, si Dios ha de limpiarlo de la lepra, debe ser en las aguas de su país que eran mejores. El orgullo y la indiferencia bloquean lo que Dios quiere hacer por la persona.

Hoy es un gran desafío ante tantas facilidades que tiene  la humanidad para ser comparadas. Atracciones,  avances de la ciencia, la tecnología, las comodidades, las megas iglesias, las grandes figuras y personalidades, las grandes metrópolis, pueden  convertirse en “Abana y Farfar” e impedir el hacer la voluntad de Dios.

El Señor nos dice, quédate donde  yo te envié, yo te voy a bendecir, echa raíz, sumérgete en las aguas del Espíritu de Cristo, obedece y no bordees el lugar sino sumérgete.
 Naamán se enojó porque no lo sanaron como él pretendía. ¿Por qué nos enojamos?  
¿Dónde tú quieres sumergirte y donde quiere Dios?
En Juan 9:7, Jesús mandó a un ciego a lavarse en el estanque Siloe. El obedeció y regresó sano, a pesar que había más estanques, él fue al de Siloe.

¿Cuáles aplicaciones encontramos?

1. El enojo impide la visión 
2. Las posiciones no resuelven todos los problemas
3. Las comparaciones empeoran el problema
4. La humillación nos sumerge a ese Jordán espiritual. Naamán quedó limpio.

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