domingo, 17 de noviembre de 2013

Bondad y Serenidad de Dios - Romanos 11:22-24

Pastor Pedro Julio Fernández

Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios: la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad, pues de otra manera tú también serás eliminado.  Y aun ellos, si no permanecen en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar (Rom 11:22-23).

Dios puede ser las dos cosas al mismo tiempo. Severo con aquellos que permanecen en incredulidad, a pesar de darle pruebas fehacientes de su poder. Dios abrió el mar Rojo, envió comida del cielo, dio agua de la roca, cubrió al pueblo con una nube de día y los calentó de noche con una columna de fuego. Hizo que sus pies no se hincharan ni que sus vestidos y calzados envejecieran ni pasaran de moda por 40 años.

Dios amó de tal manera que prácticamente se entregó él mismo por la humanidad con tal de salvar a todos aquellos que reciben a Jesús como su Señor y Salvador. Si a pesar de todo esto, la persona permanece en incredulidad, la severidad de Dios se manifestará (Rom 11:22).

Los incrédulos que pasan a ser creyentes y permanecen en ese estado, reciben la bondad de Dios. El favor de Dios se manifiesta con aquellos que aunque no entienden mucho de los caminos del Señor, confían y permanecen en él. La permanencia en la bondad es con temor reverente para crear mecanismos espirituales de sostenimiento y evitar así la caída (2 Pedro 1:10), mientras disfrutamos de su bondad y beneficios (Salmo 103).

Muchas veces los que reciben los beneficios de Dios tienden a olvidarlos. El mismo pueblo de Dios olvidaba fácilmente acontecimientos milagrosos que Dios había hecho en su favor. Moisés en el libro de Deuteronomio recuerda la apertura del Mar Rojo, el agua de la roca, el maná celestial, la columna de nube de día, la columna de fuego de noche, la victoria sobre Amalec y la promulgación de las leyes más avanzadas de ese tiempo en el monte Sinaí. El pueblo de Dios sufría de amnesia intencional al olvidar rápidamente lo que Dios había hecho y por ende lo que podía hacer de nuevo. Dios se aseguró que de forma verbal y de forma escrita su pueblo supiera cuál es su voluntad para que sus hijos caminen en armonía con él. Así como Israel falló, podemos nosotros fallar sino acompañamos con fe lo que vemos y oímos de parte de Dios (Hebreos 4:1-2).

Los incrédulos y descarriados del camino del Señor tienen la oportunidad de su vida de arrepentirse y volver al Señor y serán reinjertados en el buen olivo. Dios es severo y bondadoso; también es amor y fuego consumidor (Heb 12:29). ¿Cómo lo prefieres tú?




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