domingo, 1 de diciembre de 2013

Espíritu de Cobardía - II Timoteo 1:3-7

Pastora Belkis Fernández

¿En algún momento ha sentido un bajón espiritual?  El  joven Timoteo, tuvo el ejemplo de dos grandes mujeres, su madre Eunice y su abuela Loida y aun así paso un proceso de desmotivación. La pasión de servirle al Señor ya no era la misma, hasta que el apóstol Pablo le dijo avíspate muchacho, no te dejes engañar, diría Pablo, estoy preso, pero no te dejes amilanar.

El enemigo de la justicia, no respeta nuestra posición espiritual, ni respeta a nadie, puede que seas un joven, un adulto o de edad avanzada; el desánimo y la cobardía puede que entre a nuestras vidas y sentirnos avergonzados.

El ambiente familiar favoreció para que Timoteo estuviese firme, esto no era garantía de que  no iba hacer zarandeado. ¿Qué significa ese Espíritu de cobardía al que se refiere Pablo? El desánimo, el crearnos expectativas con nosotros mismos, con nuestros padres biológicos o espirituales o nuestros conyugues e hijos, o de un amigo, o hermano y no lograrlas, o el pánico y temores con nosotros mismos. Pablo sospecha esta debilidad de Timoteo y le dijo que avives el fuego del Don de Dios.

Pablo le recuerda “la fe no fingida”, esto quiere decir que el fundamento que recibió fue verdadero, real y no una fe hueca. Seamos cuidadosos para que el ambiente vulnerable no impida el desarrollo espiritual, dado que es fácil echar hacia atrás y que entres en un descuido espiritual.

Dios nos ha dado un espíritu de poder, de amor y de dominio propio, no de cobardía. El poder es el producto de vivir una vida plena en el Espíritu y para ejercer sanidad y continuar encarnando a Cristo en la sociedad. El espíritu de amor es la actitud correcta para servirle a Dios y a nuestro prójimo. Espíritu de dominio propio para hacernos entender que por más sabios y entendidos que seamos, no debemos perder el control, y también para que cuando nos vaya bien, no nos enorgullezcamos sino que actuemos con mansedumbre y humildad.   



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