domingo, 5 de abril de 2020

La Bendición de Confiar en Dios

Lectura: Jeremías 17:5-8
Pastor Pedro Julio Fernández

El profeta Jeremías nos presenta dos comparaciones en este pasaje. Una es la confianza en el hombre y la otra es la confianza en Dios. El que confía en el hombre es semejante a una planta en el desierto sin cuidado. El que confía plenamente en Dios es como un árbol plantado a la orilla de un río, que extiende sus raíces hacia la corriente y no teme cuando llegan los calores, pues su follaje está siempre frondoso. En tiempo de sequía no se inquieta, y nunca deja de dar fruto.

La confianza en el hombre o en el sistema es de corto alcance y cuando lo necesitas con más urgencia, no aparece o no puede. Los humanos tendemos a buscar a Dios en los momentos de mayores dificultades. Alzamos la vista al cielo y nos preguntamos de dónde viene nuestro socorro. El Nuevo Testamento nos instruye a acercarnos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.

Job capítulos 5 y 42 hablan del poder y de la grandeza de Dios en cualquier área de necesidad. Este patriarca confesó que Dios todo lo puede y uno de sus amigos afirmó que: “Él hace cosas grandes e inescrutables, maravillas sin número”.

Confiar en Dios es creer que Dios puede abrir camino en el mar, enviar codornices, enviar maná, sacar agua de la roca, cubrir a su pueblo con una nube extensa y ser columna de fuego. Dios también pudo hacerse un humano, vivir como un humano y morir en la cruz del Calvario, sanar enfermos, liberar oprimidos por el sistema y por el diablo.

El salmista expresa un canto de alabanza y reconocimiento por los que confían en Dios al decir: “Cuán bienaventurado es el hombre que ha puesto en el Señor su confianza, y no se ha vuelto a los soberbios ni a los que caen en falsedad” Salmo 40:4

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