domingo, 29 de marzo de 2020

El Evangelio de la Salvación

Lectura: Efesios 1:13-14
Pastor Pedro Julio Fernández

La palabra evangelio significa buenas nuevas. Buenas noticias para los que están en oscuridad, esclavos bajo la potestad de Satanás. Isaías 61 que se cumple plenamente en Jesucristo detalla los pormenores de esa buena noticia. Buenas noticias a los pobres, para consolar a los afligidos, y para anunciarles a los prisioneros que pronto van a quedar en libertad. Éste es el tiempo que Dios eligió para darnos salvación, y para vengarse de nuestros enemigos. Dios también envió para consolar a los tristes, para cambiar su derrota en victoria, y su tristeza en un canto de alabanza.

Oído el mensaje que es predicado a toda criatura (marcos 16:15-16), aceptado de corazón donde Dios obra su justicia (Romanos 10:9-10), entonces el nacido de nuevo es sellado como propiedad de Dios por el Espíritu Santo.

Los que tienen el sello de Dios se apartan de pecado e invocan su nombre en cualquier situación en que se hallen (Salmo 121). Los sellados no entristecen al Espíritu Santo porque él es el garante de su salvación (Ef. 4:30).

Los que han oído el evangelio de la salvación no le dan lugar al diablo, sino que se someten a Dios y este huye despavorido (Santiago 4:7).

Es tan grande el gozo de la salvación que supera a cualquier otro gozo que se pueda hallar en este mundo. Saber que nuestro nombre (el propio) este escrito en el libro de la vida del Cordero, en la congregación de los primogénitos, produce un gozo y una paz inexplicables.

Pablo como instrumento de Dios nos recuerda: Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual, asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano.

domingo, 8 de marzo de 2020

Por Causa de la Palabra

Lectura: Mateo 13:20-21
Pastor Pedro Julio Fernández

El uso de las parábolas por parte de Jesús era para enseñar verdades y principios bíblicos. Los oyentes del mensaje de la palabra de Dios eran desafiados a dar una respuesta interpretativa correcta. El oyente es el responsable y Jesús lo enfatiza con el dicho: El que tiene oídos, que oiga.

En Mateo 13 hay varias parábolas de Jesús y la del sembrador es central en la enseñanza del plan de la salvación. La semilla como palabra de Dios toca todos los corazones (terrenos), pero hay algunos cuyas respuestas son inmediatas, pero de corta duración.

Por causa de la palabra de Dios suelen venir aflicciones y persecuciones al oyente. La persona que recibe la palabra de la salvación debe ser probada como se prueba el oro con el fuego (1 Pedro 1:7).

Lucas 7 narra el caso de las personas que oían el mensaje de Dios y se arrepentían y se bautizaban. Pero los fariseos y los intérpretes de la ley rechazaron los propósitos de Dios para con ellos, al no ser bautizados por Juan. ¿Por qué unos si y otros no? Porque el bautismo es una señal de obediencia y aceptación de la voluntad de Dios que prueba las decisiones.

La gente buena que acepta a Jesús como su Señor y salvador pasa por periodos de cambios, pruebas y aflicciones que lo harán más maduros, fuertes y resistentes.  1 Pedro 3 y 4 abundan en sanos consejos para los mementos en los cuales el creyente que recibió la palabra con gozo debe padecer por ello.
 Pero aun si por actuar con rectitud han de sufrir, ¡dichosos ustedes! No tengan miedo a nadie, ni se asusten… Es mejor sufrir por hacer el bien, si así lo quiere Dios, que por hacer el mal (1Pedro 3:14 y 17).

Queridos hermanos, no se extrañen de verse sometidos al fuego de la prueba, como si fuera algo extraordinario.  Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también se llenen de alegría cuando su gloria se manifieste.  Dichosos ustedes, si alguien los insulta por causa de Cristo, porque el glorioso Espíritu de Dios está continuamente sobre ustedes.  Si alguno de ustedes sufre, que no sea por asesino, ladrón o criminal, ni por meterse en asuntos ajenos.  Pero si sufre por ser cristiano, no debe avergonzarse, sino alabar a Dios por llevar ese nombre (1 Pedro 4:12-16).

domingo, 1 de marzo de 2020

He Oído Tu Oración

Lectura: 2 Crónicas 7:11-14
Pastor Pedro Julio Fernández

El templo de Jerusalén se construyó en siete años y se emplearon más de 150 mil obreros. Salomón aprovechó todos los recursos que su padre le dejó, más los que adquirió tanto en Israel como en lejanas tierras para hacer algo esplendoroso para Dios.

El día de la dedicación/consagración del templo se ofrecieron veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas (1 Reyes 8:63). Salomón hizo un lugar especial para hacer la oración de inauguración y cientos de sacerdotes ministraban. En su oración dijo varias cosas de las cuales mencionamos estos escenarios:

Si Israel fuera a la guerra, o llegara el hambre, enfermedades, sequía, llegada masiva de extranjeros, o que el pueblo pecara; Dios tendría que oír a todo el que orara en ese palacio.

Y cuando Salomón terminó de orar, descendió fuego desde el cielo y consumió el holocausto y los sacrificios, y la gloria del Señor llenó la casa.  Los sacerdotes no podían entrar en la casa del Señor, porque la gloria del Señor llenaba la casa del Señor.  Y todos los hijos de Israel, viendo descender el fuego y la gloria del Señor sobre la casa, se postraron rostro en tierra sobre el pavimento y adoraron y alabaron al Señor, diciendo: Ciertamente Él es bueno; ciertamente su misericordia es para siempre (2 Crónicas 7:1-3). Todo terminó el 23 del segundo mes y cada cual se fue a su casa.

Así acabó todo y el Señor se apareció a Salomón de noche y le dijo: He oído tu oración, y he escogido para mí este lugar como casa de sacrificio.  Si cierro los cielos para que no haya lluvia, o si mando la langosta a devorar la tierra, o si envío la pestilencia entre mi pueblo, y se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, y oran, buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra (2 Cr 7:11-14).

Dios tiene compromiso con él que se humilla, se arrepiente y cambia su camino. Dios no oye a los pecadores, pero sí estos se arrepienten (Juan 9:31).