domingo, 25 de septiembre de 2016

El nombre en el libro de la vida

Lectura:  Apocalipsis 3:1-6

Pastor Pedro Julio Fernández 

Aquí están las garantías y las recompensas para los cristianos que vencen, es decir, para aquellos que han puesto empeño en obtener el premio del supremo llamamiento. Jesús promete no borrar el nombre del libro de la vida. Todos aquellos que han nacido de nuevo son declarados como hijos de Dios (Juan 1:12) y sus nombres son registrados en el libro de la vida (Lucas 10:20, Fil 4:3).

El nuevo nacimiento es un nacimiento espiritual y ocurre por la voluntad de Dios y no del hombre (Juan 1:13). Este nacimiento implica registro en el libro de la vida ya que a los que nacen de nuevo se les da “potestad’ de ser llamados hijos de Dios.  El apóstol Pedro lo dice así: “Al obedecer a la verdad, mediante el Espíritu, habéis purificado vuestras almas para el amor fraternal no fingido. Amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro, pues habéis renacido, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1Pedro 1:22-23).

Simiente corruptible es la vía natural por papá y mamá (Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. Juan 3:6). Las genealogías son los registros de nacimiento.

Lea este pasaje en el libro de Hebreos:
“Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,  a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos. Os habéis acercado a Dios, Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,  a Jesús, Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel” Hebreos 12:22-24.

Pablo hace referencia a creyentes militantes en el evangelio:

Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida. Filipenses 4:3.

Jesús coloca el gozo del nuevo nacimiento por encima del gozo de ver espíritus sujetados a nuestra orden: Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos. Lucas 10:20.

Jesús descarta borrar el nombre de uno, si vencemos al permanecer en él y su palabra (Juan 15:4-7), de lo contrario, está la posibilidad de ser borrado como se dice a continuación:

El vencedor será vestido de vestiduras blancas, y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. Apocalipsis 3:5

Y si alguno quita de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro. Apocalipsis 22:19

El que no se halló inscrito en el libro de la vida, fue lanzado al lago de fuego. Apocalipsis 20:15

Entonces volvió Moisés ante Jehová y le dijo: Puesto que este pueblo ha cometido un gran pecado al hacerse dioses de oro,  te ruego que perdones ahora su pecado, y si no, bórrame del libro que has escrito. Jehová respondió a Moisés: Al que peque contra mí, lo borraré yo de mi libro. 34. Éxodo 32:31-33

domingo, 18 de septiembre de 2016

Sacudirlos como Trigo

Lectura:  Lucas 22:31-34

Pastora Belkis Fernández

El Señor les advierte a Pedro el ataque por el cual él y los apóstoles iban a experimentar, pero el Señor había rogado al Padre para que su fe no desmaye.  Jesús ilustra el ataque como el trigo es sacudido en su proceso de purificación; así serán los seguidores de Jesús; probados en su fe. El trigo para estar limpio tenía que ser procesado, empleando movimientos violentos y fuertes para así, sacar las impurezas y dejarlo listo para su uso. Pedro, en su carácter extrovertido y fuerte como una roca le dijo que él estaría dispuesto no solo a ir a la cárcel sino también a morir.

Veamos el diálogo:
Jesús: “Simón, Simón, he aquí satanás te ha pedido para zarandearte como a trigo; pero he rogado por ti, para que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirme a tus hermanos”.
Pedro:  Señor, dispuesto estoy a ir contigo no solo a la cárcel, sino a la muerte.
Jesús:  Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces.

Los momentos malos llegan como como vientos recios, como huracanes, pero no olvides que Jesús sigue intercediendo al Padre por nosotros. Pedro había confesado de la deidad de Jesús en Mateo 16:16, ahora iba a ser probado y a la verdad que lo negó, pero Jesús sabía que él iba a superar esa situación y con su confianza, confirmar a sus hermanos de su fe en Jesús.  Resiste al diablo, sed fiel a Dios y podrás decir como Pedro dijo al final de sus días, que Dios os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. 


domingo, 11 de septiembre de 2016

Hijo de David, Ten Misericordia de Mí

Lectura:  Marcos 10:46-52

Pastora Belkis Fernández

Bartimeo era un ciego de Jericó el cual pedía limosna y al escuchar de Jesús dio voces, clamando públicamente que Jesús es el Mesías. La gente comenzó a callarlo, pero él con más fuerza gritaba, ¡Señor, tú que eres el Mesías, ten compasión de mí y ayúdame! Jesús se detuvo y le dijo llámenlo y el ciego tiró su manto y se puso de pie, entonces Jesús le dijo ¿Qué quieres que te haga? Él le dijo, Maestro, quiero recobrar mi vista. Jesús, le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Lucas narra que todo el pueblo alabó a Dios al ver este milagro.  

Los gritos de este ciego molestaban a los demás, de manera que lo reprenden para que se callase, pero, aun así, Bartimeo continuó clamando, Jesús, ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! ¿Nos abstenemos de clamar a Jesús para estar bien con los demás? ¿Estamos dispuesto a complacer a los demás antes que seguir a Cristo? 

Bartimeo no se detuvo a causa de aquellos que querían callarlo, sino más bien insistió hasta tocar el corazón de Jesús. No permita que nadie te estorbe seguir a Cristo, sed agradecido de Jesús, haz como Bartimeo, clamó a Jesús, reconócelo como el Mesías y tira el manto de todo peso del pecado que te bloquea. No deje que la pasión por Cristo desmaye por las expectativas de los demás, o por la circunstancia del presente o por la presión de otros, tira la capa que impiden seguir las pisadas de Jesús, tira la capa que te acobijas y que impide ver la luz de Cristo, entonces Jesús te dirás, ¿Qué quieres que te haga? 

domingo, 4 de septiembre de 2016

Jesús Lava los Pies de los Discípulos

Lectura:  Juan 13:12-17

Pastora Belkis Fernández

Jesús lava los pies a sus discípulos y pregunta, ¿Por qué ustedes creen que les he lavado los pies? Lava los pies a sus discípulos para enseñarles el servicio y humildad con su propio ejemplo y a la vez desmontar todo tipo de exclusivismo, producto de la posición del que sirve como del servidor, del que envía como del enviado o del Maestro en relación al discípulo. 

En este relato observamos el dialogo de Jesús con el apóstol Pedro, ya que en ese momento Pedro no comprendía por qué Jesús iba a proceder a lavarle los pies. Después que Jesús lava los pies, vuelve a sentarse y les dice, ustedes me llaman Señor y Maestro y verdaderamente lo soy, mi consejo es que se laven los pies los unos a los otros; hagan lo mismo que les estoy mostrando, perdónense unos con otros, ayuden al débil y aprendan a tomar la iniciativa de perdonar, aun siendo inocente. A sabiendas que estaba Judas Iscariote, quien pronto le traicionaría, Jesús mostró su gracia y misericordia al lavarles los pies a todos sus discípulos y nos enseña que en su Reino las relaciones son distintas, ya que el amo no es mayor que el siervo, el Maestro no es mayor que el discípulo, ni el que envía es mayor que el enviado. Jesús lava los pies para dejarnos el ejemplo de entrega total y humillación, ahora nos invita a lavar los pies a aquellos que necesitan salir del lodo cenagoso del pecado y ser limpios mediante su sangre preciosa, derramada en la cruz del Calvario.