Pastor Pedro Julio
Fernández
Los hermanos de
la iglesia de Tesalónica en Macedonia recibieron la palabra de Dios en tiempo
de gran tribulación, se convirtieron de los ídolos al Dios verdadero. Estos
hermanos demostraron en la práctica que ciertamente habían nacido de nuevo.
Eran nuevos tesalonicenses.
Esta gente
realmente convertida impactó la vida de Pablo quien había sido el medio usado
por Dios para llevarle el evangelio. Pablo hace memoria de la fe de estos
hermanos de la forma tan activa como comenzaron a vivir vidas de testimonio y
cambio. El servicio de amor a la obra de Dio se hizo manifiesto de una vez,
cada vez que podía hacer algo por alguien lo hacían sin esperar nada a cambio, solo por amor lo hacían. Pablo
en 1 Tesalonicenses 1 realza la fortaleza de estos hermanos en la esperanza en
Cristo en momentos de fuerte aflicción y vituperio.
La puesta en
práctica de las virtudes cristianas es una especie de palanca que empuja la predicación
holística del evangelio de Jesucristo. Los nacidos de nuevo manifiestan de una
vez características semejantes a su Padre que los engendró y se comportan de la
misma manera que él lo hace.
La fe, el amor y
la esperanza son virtudes que deben adornar la vida de todo creyente. El que
practica estas virtudes se convierte en ejemplo para los demás y hasta
trasciende fronteras, en otras palabras, estas virtudes son conocidas y
practicadas en el seno del hogar, el trabajo, centro de estudios, iglesias,
etc.
De dones,
favores, destrezas y muchas cosas más que Dios nos ha dado, las que permanecen
ahora son la fe, el amor y la esperanza; por lo que no hay excusas para no
ponerlas en operación como ya lo hicieron los hermanos tesalonicenses.
En 1 Corintios 13
Pablo hace comparaciones extremas entre hablar todo tipo de idiomas, tener profecía
de alto nivel, poder de desmontar lugares, dar bienes materiales y hasta
ofrecer mi cuerpo y el no tener amor, es como no tener ni hacer nada.
Manos a la obra
y a practicar estas virtudes cristianas.
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