Pastora Belkis Fernández
La disciplina y en ocasiones el sufrimiento son parte del entrenamiento de Dios para formar nuestro carácter. Hay que alentar y animar al que se encuentra desanimado. Una vida suave y de placer a la larga esto le desagrada a Dios y podemos perdemos su gracia.
Así como los padres por amar disciplinan a sus hijos, así Dios nos disciplina por amor y nos aconseja:
1. Levantad las manos caídas
2. Levantad las rodillas paralizadas
3. Haced sendas derechas para vuestros pies
4. Sanad al cojo para que no se salga del camino
5. Seguid la paz y la santidad
El autor de hebreos, nos habla de dos ejemplos que pueden llevarnos a caer de su gracia. El de la planta amarga mencionada en Deuteronomio 29:18-19, recordándonos que hay personas que son como una planta amarga como la hiel, la cual produce una raíz contaminante. ¿Cómo una persona en amargura puede predicar de la gracia de Dios? El otro ejemplo es el de Esaú, el cual priorizó lo temporal, lo externo. Esto trae estorbo, raíces de rencor, odio y menosprecio, de manera que muchos son contaminados.
El desánimo espiritual hay que combatirlo levantando las manos caídas y las rodillas paralizadas, enderezando camino a través de las Escrituras, sanando al cojo y siguiendo la paz y la santidad. No corriendo con el modelo del mundo de apariencia física, de materialismo y de la vanidad.
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