domingo, 12 de enero de 2020

Bienaventurados los que Lloran

Lectura: Mateo 5:4
Pastora Belkis Fernández

Aunque parezca una contradicción en el Reino de Dios son bienaventurados aquellos que lloran. La pobreza espiritual y su condición de bancarrota lleva a llanto porque no tiene nada que lo haga aceptable ante Dios. El apóstol Pablo habla de la felicidad que proviene por el arrepentimiento del pecado y es a esta que se refiere la Escritura. Llanto de impotencia porque no tiene solvencia espiritual.

Esta misma semana el mundo esta consternado por las consecuencias que trae las guerras, por los incendios y destrucción de nuestro ecosistema, por los terremotos, accidentes y tantas desgracias que trae una profunda tristeza. Sea Dios bendito por todas estas angustias, pues Dios trae consuelo al que llora.

Felices son los que lloran porque serán consolados. La palabra consuelo proviene del verbo griego parakalein que significa consolar, traer un anuncio profético que promete la intervención de Dios. El Señor traerá consuelo, pues revertirá la tristeza en alegría. Jacob lloró cuando le dijeron que su hijo José había muerto. (Gen.37:34).

 El Señor traerá consuelo de lo alto para cambiar ese estado de desesperación y convertirlo en un estado de quietud. Vemos que Jesús lloró al frente de la tumba de su amigo Lázaro, mostrando su humanidad y su solidaridad con el dolor que experimentaba la familia. Juan 11:35.

Aprendemos de esta bienaventuranza a ser solidarios, así como lo fue Jesús, con su amigo Lázaro, cuando vio las mujeres que lloraban por él, les dijo no lloren por mí, lloren por sus hijos. Cuando vio la ciudad de Jerusalén proyectó y miró con tristeza la ciudad porque sabía que en unos años el Templo iba a ser destruido. Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas (Santiago 1:2b).

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