domingo, 29 de noviembre de 2015

Que la Bendición no me dañe

Lectura: I Crónicas 4:10

Pastora Belkis Fernández

Parte II: El caso de Jabes

¿Cómo manejamos la bendición de Dios?  ¿Cuál es nuestra actitud cuando Dios nos prospera? 

Obteniendo lo que pedimos, nos convertimos en señores. A veces pienso que no hay creyentes más prósperos, pues si las cosas materiales se convierten en un fin, entonces Dios no nos da más para que no se convierta la bendición en un obstáculo. Jabes quería ser prosperado, pero sin dañarse. Ni la casa, ni el carro, ni el trabajo, los negocios la familia tienen que convertirse en el Dios de nuestras vidas. Esaú, desprecio la bendición del Señor y cuando la procuró, perdió la oportunidad de recuperarla.

Jabes invocó al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si en verdad me bendijeras! (Biblia Las Américas). La bendición verdadera está  fundamentada en:

1. La obediencia. El caso de Abraham. incluía gente, nombre, familia, herencia. Génesis 12:2-5. Moisés conecta las bendiciones como producto de la obediencia. Deut. 28:1-14.

2. La generosidad. El caso de Job, reconoce que su bendición vino producto del cuidado que tenía hacia el sector más vulnerable. Job 29:11-13. 

3. Fidelidad: El caso de Gallo. Juan en su postrimería desea prosperidad para el hno. Gallo, por su conducta fiel. 3ra. Juan 2-5. Malaquías 3:10. Bendiciones hasta que sobreabunde.

La bendición verdadera es completa, incluye todas las áreas de nuestras vidas, física, emocional, espiritual, material. La bendición  es para todos, judíos y gentiles. Gal.3:14. La bendición es para aquel que refrena su lengua del mal. La bendición es para bendecir a otros. No deje que los bienes materiales, los juguetes de este mundo dominen tu vida.


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