domingo, 15 de mayo de 2016

Derramaré mi Espíritu sobre toda carne

Lectura: Hechos 2:17-21

Pastora Belkis Fernández 

No importa la edad, el sexo y cualquier barrera social y cultural; hay promesas de parte de Dios de derramar su espíritu sobre toda carne. Algunos habían quedado perplejos porque no habían visto cosas semejantes. El apóstol Pedro se pone de pie y aclara que ellos no están borrachos sino más bien que están disfrutando del poder del Espíritu Santo. Este era el primer sermón del apóstol Pedro y lo inicia citando a Joel 2:28-32, expresando que las promesas son para nuestros hijos e hijas, para nuestros jóvenes, para los ancianos  y para nuestros siervos y siervas. 

“Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. Y daré prodigios arriba en el cielo, Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de humo; El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, Antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto; Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

En el A.T. habían barreras, ahora el espíritu de Cristo es derramado sobre todo creyente y todos tenemos la oportunidad de invocar al Señor, de ser salvo y ser útil en el Reino de Dios. Este derramamiento en toda carne, es una manifestación de esperanza y de confianza, pues aun en la vejez, podemos soñar y habrá manifestación escatológica. ¿Cuál es la misión para todo creyente?

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