domingo, 15 de julio de 2018

Todos se Pueden Salvar

Lectura: Juan 3:14-21; 12:32
Pastor Pedro Julio Fernández

El episodio de las serpientes ardientes que mordían de muerte al pueblo hebreo murmurador sirvió como ejemplo para la predicación de Jesús. Para remediar el daño de las serpientes, Dios mandó a Moisés a hacer una serpiente de bronce y colocarla en lo más alto de un palo que todos pudieran ver. Quien murmuraba y era mordido por la serpiente se podía salvar si miraba la serpiente de bronce (Números 21:9).

Jesús dijo que como Moisés hizo eso, Dios el padre lo haría con él para que todo aquel que cree, tenga vida eterna. El pecado es una mordida de muerte y la fe en Jesús es el remedio. La Biblia dice que la justicia de Dios es por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados (Romanos 3:22-25).

Es una acción descabellada perderse cuando uno se puede salvar de la mordida del pecado. Quienes optan por el veneno de la serpiente lo hacen por el orgullo de no reconocer su falta y muchas veces culpan a otros por sus propios errores. Jesús enseñó que el que cree en él, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Creer es un asunto de pura fe y ésta, cual medicina o antídoto te libra de los efectos del pecado.

Dios no quiere que nadie se pierda, sino que todos vengan a la vida eterna.

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