Enero 6, 2019
Lectura: Isaías 58:4-8Pastora Belkis Fernández
Seamos fieles para con Dios, traigamos las primicias de un corazón dispuesto y comprometido con el Altísimo. El Salmista decía, mis ojos pondré en los fieles de la tierra, no en apariencia o religiosidad. El profeta Isaías hace un clamor en alta voz y denuncia que el ayuno verdadero no es buscar sus propios gustos.
¿Para qué no es el ayuno? Para herir con el puño, para ser destacado y oído, para tradiciones, para acusar o hablar vanidad. El ayuno que agrada a Dios es soltar cargas de opresión y dejar libres a los quebrantados y compartir el pan, albergar en tu casa y no esconderte de tu hermano/a
Una expresión e interrogación que debemos tener en nuestros labios siempre es, ¿Dime, en qué te puedo ayudar?
Ante una correcta acción, Dios nos promete:
- Nacerá tu luz como el alba, tu salvación se dejará ver pronto
- La gloria de Jehová será tu retaguardia
- Jehová te pastoreará siempre y en las sequías saciará tu alma, darás vigor a tus huesos y serás como huerto de riego, como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan
- Nuestra generación, edificarás las ruinas antiguas
- Serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas
Dios no miente y él promete que, en nuestros problemas, por más alto que estén, él dispondrá su ayuda y somos parte de los que heredan las bendiciones, así como la heredó Jacob.
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